" Las familias empresarias trabajan y viven con herencias, orgullos y pasiones enrevesadas".
Jordi Tarragona en su publicación en la Revista Digital " Via Empresa ", del pasado 30 de septiembre se apoya en esta obra teatral para poner en relieve determinados apegos que perjudican a la empresa familiar.
No es la primera vez que nos hacemos eco de este coach , asesor de empresa familiar y divulgador reconocido , y una de las cualidades que mas apreciamos es el sentido del humor con el que aborda cada uno de los temas de la empresa familiar diseccionando todos los aspectos , virtudes y defectos , poniendo al descubierto de una manera ácida los problemas mas propios de este tipo de empresa, como por ejemplo nuestro ultimo post del 7 de julio pasado.
Asà pues, reproducimos a continuación el citado artÃculo a modo de divertimento didáctico con sabidurÃa popular.
Por Jordi Tarragona ( coach, asesor de empresa familiar, divulgador )
30 de septiembre de 2020
" En 1907 en Santiago Rusiñol y Prados publicó la conocida novela, ilustrada por Ramon Cases, que da que pensar sobre muchos hechos de familia empresaria. Resumiendo:
El dÃa que nació el Estevet, su padre, el señor Ramon, después de esperar años a aquella criatura tardÃa no pudo estar junto a su esposa. Estaba a "La Puntual", la tienda de betas e hilos de más crédito y de más giro de cuatro calles de largo a largo. ¿A quien se asemejaba la criatura? fue el pensamiento que tuvo.
El primero en ir fue el abuelo, el señor Esteve, el fundador de la Casa fundada en 1830. Le hizo bajar a la tienda como aquel que te lleva a la iglesia. Era un hombre práctico. SabÃa como se trata detrás del mostrador. Con una pequeña fortunita, se habÃa retirado del activo, pero se habÃa quedado él como consejero.
Para preparar el porvenir del Estevet, hubo consejo de familia (allà no se movÃa una silla sin que hubiera un consejo de familia). "Quiere ser comerciante, como todos los de nuestra casa. No le enseñe muchas cosas. Los que saben demasiadas cosas se distraen del negocio. Incúlquele buenas ideas: mirar donde pasan los cuartos, y seguirlos, y pararlos honradamente, y después saberlos guardar".
TenÃan aquel empujón comercial, que hace que cuando el negocio ya anda, continuará andando bien. El Estevet entraba de cara a "La Puntual", se subscribió al Brusi, prueba clara que llevaba ideas de progreso. Después dio un repaso al género, y quiso que el escaparate fuera una exposición permanente.
El señor Esteve acabó de convenir (con el consuegro) todos los detalles que faltaban para que los chicos tomaran el estado, que es el estado natural del hombre. El abuelo le habÃa dicho "Estevet la "mujer la tienes segura y la clientela es caprichosa", pide en Montserrat, nuestra Virgen, que os dé lo que convenga: Prosperidad, buenas compras, buenas ventas y clientela".
El Estevet, que desde entonces era Esteve, tenÃa todas las virtudes del hombre que quiere hacer fortuna. TenÃa el sexto instinto que tiene el tendero, que le hace ver todas las cosas por el lado que dan claridad. HabÃa nacido con la sagrada paciencia de un buen pescador de caña.
¡Qué rayo de solo entró en aquella casa al venir Ramonet al mundo! ¿Y si fuera un heredero? "ValdrÃa más que Nuestro Señor se lo llevara antes de ver semejante cosa". "No se fija", decÃa mucho el padre. "Ya se fijará", decÃa la madre. El chico vivÃa en la tienda, pero su espÃritu no vivÃa; tenÃa hambre de leer todo lo que encontraba.
El señor Esteve, muriéndose, "me voy, pero no os alarméis, porque lo dejo todo arreglado. Tengo testamento hecho, que no os lo enseño porque es lo primero que miraréis asà que aclucad la vista. Os dejo una viña plantada; cuidadla. No subáis nunca de revuelo".
Con la herencia del señor Esteve, abuelo, el señor Esteve, nieto, fue mucho más rico, y agrandó más el negocio, y se hizo una levita, y continuó trabajando cómo si no tuviera levita. Pero lo que habÃa cambiado más, con los años, habÃa sido Barcelona. La vida de urbanización habÃa transformado el barrio, pero todavÃa habÃa hecho más estrago en las costumbres y en el comercio.
En Ramonet iba a la Llotja a dibujar. Primero se lo dijo a la madre, y ella dijo que si a continuación, porque era madre. Después se lo dijo al padre, que encontró que ya le darÃa la razón cuando tuviera conocimiento. Una vez le dijo cómo es que no le enseñaba lo que hacÃa, y respondió "no lo entenderÃan". El señor Esteve lo encontraba muy sospechoso. Bastante la Tomasa le decÃa que los jóvenes se tienen que divertir". El señor Esteve le dijo "estate por la obligación, no te distraigas del negocio".
En Ramonet resolvió seguir su obsesión, quiso ser artista. Y no se decÃan nada el uno al otro porque se temÃan el estallido. Y al final abrieron aquellos labios y la tormenta que se esperaba estalló como una bomba. "Esta tienda es más que nosotros, es nuestro nombre, y no lo pisarás. Yo que me he esforzado años y años para que no seas pobre. ¡Te desheredo!"
"Yo también aprecio su nombre. No me moveré más de detrás del mostrador". Imploraba un poco de consuelo, que le pagaran tan sólo el sacrificio que hacÃa, y los ojos de la madre se lo dieron. En Ramonet cumplÃa lo pactado, pero la risa, el gozo y la alegrÃa se habÃan perdido en la casa.
"Chico, déjame hablarte. Mañana me moriré. No he hecho más que esto: trabajar, no he vivido. Tú, Ramonet, serás escultor".
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I.H
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